En una nueva entrega del ciclo Culturas en Libertad, conversamos con Pano Navazo, referente cultural, periodista y director teatral.
Con más de cuatro décadas de trayectoria, su presencia era una deuda pendiente para el programa. “Era una deuda que tenía con vos y con el programa desde hace tiempo”, dijo al comenzar, con la mezcla de calidez y lucidez que marcó toda la charla.
Navazo transita desde siempre los márgenes y las conexiones entre la comunicación, el teatro y la gestión cultural. “Desde que volvió la democracia, en el 84, nunca dejé de hacer comunicación y periodismo, pero también el mundo del arte, del teatro y la cultura siempre estuvo ahí. Hay colegas que me llaman artista, y artistas que me llaman periodista. En realidad, creo que todo tiene que ver con todo”.
Aunque exploró diferentes formatos, su vínculo más profundo fue con la radio. “Ejercí casi toda mi carrera periodística en radio. La radio es, para mí, prima hermana del teatro. Tiene ese momento mágico donde cambia la corporalidad, cuando se enciende la luz roja o cuando sabes que estás al aire. El streaming está bueno, pero yo estudié para hacer radio. Me cuesta salir de ahí”.
Ese cruce entre lo sonoro y lo teatral también define su mirada sobre la comunicación: “Aun el periodismo más serio tiene algo de juego. Porque comunicar bien requiere pensar constantemente cómo llegar, qué mensaje interesa, qué herramienta usar. Si caes en la repetición, te volvéis cómodo. Y lo cómodo, al final, es aburrido. Como un matrimonio de 30 años si no le pones pimienta”.
Su pasión por el teatro comenzó temprano, a los 10 años, en los radioteatros de La Rioja: “Fui muy tartamudo de chico. Me presenté a un casting para un personaje infantil en un radioteatro. Me eligieron. Después, cuando llegó el momento de salir de gira, mi familia no me dejó viajar. Me cortaron las alas justo cuando empezaba la cosa. Pero ahí empezó todo”.
La relación con el teatro fue creciendo con los años. Formó parte de grupos históricos, trabajó en producciones con Manuel Chiesa y Edgardo Gordillo, y hoy dirige su propio colectivo teatral desde el espacio El Pasillo, que fundó hace dos décadas. Allí también se animó, por primera vez, a actuar: “Siempre dirigí. Ahora también actúo. Me gusta. Me desafía”.
Quienes pasaron por sus obras suelen destacar su capacidad para despertar algo nuevo en quienes trabajan con él. Él lo relativiza, aunque no se exime de responsabilidad: “No sé si les cambio la cabeza, pero trato de ver lo que no ven de sí mismos. Desafiarlos. Sacarles lo mejor. El techo es una mierda. Hay que tener abismos, no techos. El abismo te desafía, te obliga a crear. En cambio, si te acostumbrás, si te volvés cómodo, te volvés viejo y estúpido. Y yo no quiero eso”.
Sobre el consumo cultural, habló también de su vínculo con la lectura. Amante del papel, le huye a los formatos digitales. “Un Kindle es una pelotudez, con cariño. Prefiero un libro. Me gusta tenerlo, verlo, agarrarlo. Los libros se mueven en mi casa según la época. Tengo muchos. Algunos que no leí todavía. Pero no me da culpa. Ya llegará su momento”.
Al final del encuentro, Pano habló sobre Contra el olvido, serie que está por estrenar su segunda temporada: “Fue superadora de la primera. Aprendimos mucho. Nunca se había hecho algo así en La Rioja con esa escala y armonía. En esta segunda, corregimos los errores. Fue un desafío enorme, pero hermoso”.
Como todo en su vida, el teatro, la comunicación y la cultura son para él espacios de transformación: “Mi trabajo como director es ver lo que otros no ven de sí mismos. Lo creativo es una dinámica. Y en esa dinámica, todo se está moviendo. Hay que estar despiertos. Porque el día que te acomodas, te apagas. Y eso, yo no lo pienso permitir”.