El ciclo Culturas en Libertad tuvo como invitado al artista plástico Mauricio Donaire, quien habló sobre el eje central de su obra: la exploración de lo humano a través del color, la sombra y la intensidad emocional.
Donaire definió su estilo como un realismo expresivo cargado de subjetividad, donde la figura humana no busca fidelidad exacta sino ser vehículo de emociones. “El contraste entre luz y sombra me permite hablar de lo que pesa y lo que libera, de lo que se oculta y lo que se expone”, señaló.
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Entre sus influencias mencionó a Francis Bacon, Lucian Freud y Egon Schiele, además de referentes clásicos que abordaron la figura desde lo expresivo. Reconoció que su formación fue mayormente autodidacta: “Aprendí equivocándome, observando y pintando sin parar. Lo decisivo fue darme cuenta de que la pintura era mi voz”.
Respecto al proceso creativo, explicó que nace de una emoción concreta antes que de una idea definida, y que muchas veces la obra se construye en el mismo acto de pintar. La luz y el contraste ocupan un rol central en ese camino: “No me interesa tanto la luz realista, sino la que subraya la sensación”.
Donaire subrayó que lo emocional es el núcleo de su trabajo: “No pienso en si el espectador se va a identificar o no, pero al ser honesto con lo que siento, quien mire puede reconocerse en esas emociones”. El mayor desafío técnico, reconoció, es mantener el equilibrio entre lo expresivo y lo caótico en el uso de colores intensos.
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Sobre el presente de la pintura figurativa en la era digital, destacó: “En un mundo saturado de imágenes perfectas, la figuración aparece como algo imperfecto pero auténtico. Hay necesidad de volver a lo tangible”.
Actualmente se encuentra en un proceso de transición: tras años de enfocarse en el autorretrato, prepara una serie que aborda otras figuras y escenas, manteniendo la mirada en lo íntimo y lo emocional. Además, adelantó su interés por abrirse a lo interdisciplinario, explorando fotografía, instalación o sonido.
Finalmente, expresó su deseo de que su obra deje una huella en quienes la contemplen: “Que puedan sentir algo verdadero. Si logro que una persona se vea reflejada en mis pinturas, aunque sea por un instante, siento que la obra cumplió su propósito”.





